El CEO Se Novela 570
Capítulo 570
Alarico cerró la puerta del copiloto y, volviendo al asiento del conductor, pisó el acelerador y el elegante deportivo se lanzó a gran velocidad.
Elena, sentada en el suelo, fue completamente ignorada, sintiéndose como si fuera aire.
-¡Alarico! ¡Alarico, adónde vas! ¡Alarico, soy tu novia!
Elena estaba furiosa hasta el límite,
Media hora más tarde, el elegante Porsche se detuvo frente a un casino. Camila bajó del auto y preguntó extrañada: -Alarico, ¿por qué me has traído aquí?
Alarico preguntó: -¿Sabes qué lugar es este?
Camila asintió: Claro, es un casino, no es un buen lugar, no quiero entrar.
Alarico preguntó: -¿No quieres? Pero Héctor está ahí dentro.
¿Qué?
Camila inhaló un aire frío, mirándolo conmocionada: -Alarico, ¿qué estás diciendo? ¿Cómo podría estar Héctor aquí?
Alarico sonrió: -Camila, ya te dije que no conoces a Héctor en absoluto, ahora te llevaré adentro para que veas qué tipo de persona es.
Alarico arrastró a Camila al interior.
El ambiente dentro estaba cargado de humo y personas de todas las clases sociales, reunidas en las mesas, jugando apasionadamente.
A Camila no le gustaba este lugar, era una chica mimada y nunca había estado en un lugar así.
-Alarico, debes estar bromeando, Héctor no puede estar aquí, quiero irme.
Camila se giró para irse.
Pero Alarico la sujetó: -Camila, levanta la cabeza, mira quién está delante.
Camila levantó la cabeza y vio a Héctor.
Héctor llevaba una chaqueta negra, acababa de salir, sosteniendo un cigarrillo entre sus dedos, su cabeza rapada junto con sus rasgos faciales severos le daban un aire indómito.
Detrás de Héctor seguían algunos subordinados, quienes se inclinaban ante él aduladoramente: -Héctor, aquí hay una persona que debe dinero y no paga.
Unos subordinados vestidos de negro tenían a un hombre de mediana edad en el suelo, quien
Captulo 570
se arrodillaba frente a él: Héctor, por favor, perdóname, no es que no quiera pagar, es que realmente no tengo dinero, mi esposa está gravemente enferma en el hospital, robé el dinero de la matrícula de mis hijos para apostar, ya no tengo dinero,
Héctor, acompañado de algunos subordinados, se acercó al hombre de mediana edad. Desde una posición elevada, lo míró al hombre, llevó el cigarrillo a sus labios, dio una calada y luego, de manera indiferente, exhaló el humo sobre el rostro del hombre.
Héctor le respondió con una risotada: -Este dinero, si te lo propones, seguro que lo consigues, como vendiendo tu casa, por ejemplo,
Las mejillas del tipo palidecieron: -Eso no, esa es la casa de mis padres, si vendo la casa, estaría sentenciando a morir de pena moral.
los
Héctor dio otra calada a su cigarrillo: -Entonces, al no tener dinero ahora, me estás obligando a mí, y sabes que quien debe dinero y no paga, se arriesga a perder una mano.
El tipo le respondió: -¡No, por favor! No, Héctor, jten piedad de mí!
Héctor se levantó y miró a uno de sus subordinados.
Este subordinado, sosteniendo un cuchillo, presionó la mano del hombre de mediana edad sobre una superficie y de un golpe la cortó.
¡Ah!
El grito de dolor fue tan agudo que le dolió el tímpano a Camila.
Camila observó a Héctor, cuya cara fue salpicada de sangre, y él, sin mueca
alguna, se limpió con el dorso de la mano.
Ese Héctor le parecía un completo extraño. Capítulo 571
Camila se quedó paralizada, nunca había visto a Hector de esa manera.
Alarico rio y expuso: -Camila, ¿lo ves? ¿Este es el Héctor que pensabas que conocías? Ahora que ha entrado al casino, ha comenzado a unirse a la mafia, él pertenece a una clase social completamente diferente, ¡no es digno de ti!
Camila miró a Alarico, finalmente entendió por qué él quería traerla aquí, parece que ya sabía que Héctor estaría aquí.
-Alarico, no importa cómo sea Héctor, no necesitas juzgarlo, iporque no tienes derecho!
Alarico no dudó en preguntar: -Camila, después de todo lo que ha pasado, aún defiendes a Héctor? ¿Con qué te ha engañado?
-¡Eso no es asunto tuyo! No quiero estar aquí, quiero irme a casa.- dándose la vuelta para irse.
Pero Alarico se puso en su camino: -Héctor está justo allí, ¿no vas a verlo?
-No es necesario, ¡déjame pasar!
Camila no sabía por qué Héctor estaba allí, pero podía sentir que Héctor no quería verla allí, por lo que eligió irse en silencio.
Alarico no iba a permitir que Camila hiciera lo que quería, la agarró de repente: - Camila, vamos, te llevaré a saludar.
-¡Alarico, suéltame! ¡No me toques!
Ella intentó zafarse de Alarico, pero él era demasiado fuerte y no pudo liberarse.
En ese momento, Camila sintió una mirada fija en su rostro, levantó la vista y se encontró con los fríos y penetrantes ojos de Héctor.
Héctor ya los había visto.
Ambos se miraron fijamente, Camila se quedó rígida.
Alarico también vio a Héctor, de repente sonrió con malicia y luego rodeó con su brazo los hombros de Camila, atrayéndola hacia él: -Héctor, hace tiempo que no
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Camila, siendo abrazada, empujó fuertemente a Alarico, en verdad quería zamparle su buen puño.
Héctor se acercó con varios secuaces vestidos de negro, y los secuaces
reconocieron a Alarico: -Ah, señor Alarico, ¿cómo es que vienes a visitamos?
Los secuaces miraron a Camila: -Señor Alarico, ¿ella es tu novia?
Capit
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